Los Derechos Humanos bajo el prisma de las emociones
28 de febrero
David Armisén nos ayudó a realizar un análisis de los Derechos Humanos desde las emociones y el compromiso.
Iniciamos nuestra Semana Solidaria trabajando los Derechos Humanos, pero desde una perspectiva muy peculiar e interesante: las emociones y el compromiso. David Armisén Garrido (Coordinador de los programas de Aprendizaje-Servicio para el Compromiso Solidario y la Cooperación al Desarrollo en ICADE) nos presentó una vía de análisis con la finalidad de conectar con los Derechos Humanos desde nuestra propia realidad.
Debido a la crisis, en España muchos de los Derechos Humanos se han visto mermados y acotados; pero no debemos olvidar su universalidad y que son premisas para todo el mundo. Realizando una rápida búsqueda por internet podemos comprobar como los Derechos Humanos en España también se vulneran: tráfico de armas, diferencia salarial entre hombres y mujeres, violencia contra las mujeres, discriminación, tortura y malos tratos... Éstas son algunas de los puntos que mantienen en alerta a Amnistía Internacional, quien ha manifestado su preocupación sobre la situación de los Derechos Humanos en España.
Poco a poco, y analizando diferentes campañas publicitarias y situaciones actuales, fuimos manifestando qué sentimientos nos provocaban y aterrizando al plano humano las situaciones de injusticia que actualmente podemos observar a nuestro alrededor. Con esta aproximación a la realidad podemos volver a cargar de sentimientos y de humanidad los problemas, para que dejen de ser meros números o noticias diarias. Las emociones no provocan reacciones psicofísicas frente a diferentes estímulos, y esto es necesario para que el ser humano se ponga en acción y provoque el cambio.
Debemos ser conscientes que, desde los diferentes puntos emocionales, tenemos posibilidad de provocar el cambio. El trabajo personal de cada uno es saber qué podemos aportar, con nuestras habilidades y limitaciones. El compromiso social hay que ejercitarlo cada día para poder generar un equilibrio y conseguir una felicidad profunda.
Hay que ser parte de la solución, y no del problema. Para ello, nuestras salidas profesionales pueden ser una vía para buscar y tener en consideración cómo podemos cambiar y comprometernos con el mundo. A fin de cuentas, todos estamos invitados a trabajos por un mundo mejor.